Centroamérica y el Caribe vs El Niño
Centroamérica y el Caribe enfrentaron en 2015 un enemigo implacable: El Niño, fenómeno climático que provocó la muerte de miles de cabezas de ganado, la pérdida de cultivos, falta de agua potable y escasez de alimentos. Nadie salió exento, desde las naciones insulares hasta los países del istmo, en mayor o menor medida todos activaron sus alertas debido a la situación creada por la falta de lluvia y la consiguiente sequía. A grandes rasgos, cuando El Niño se instala -lo que sucede de manera cíclica cada varios años- ocasiona cambios en la temperatura del agua en la zona tropical del Pacífico y afecta el régimen de las precipitaciones, a la vez que influye sobre el clima.
Lo antes dicho puede parecer sencillo, pero tiene un impacto considerable sobre la agricultura y las fuentes de agua potable, y por ende en la economía de países en desarrollo. Por ejemplo, a finales de julio el Instituto Nacional de Agua Potable y Alcantarillados de República Dominicana alertó sobre la posibilidad de que la capital, Santo Domingo, quedara sin abastecimiento del líquido. En declaraciones a la prensa local, el director del instituto, Alberto Holguín, llamó a tomar medidas de previsión para garantizar ellíquido en los hogares y recordó que la sequía era la más fuerte registrada en muchos años.
Para que el lector tenga una idea, el 30 por ciento del agua que se consume en esta nación caribeña procede de las presas y el resto de las corrientes superficiales y subterráneas, lo que hace al país muy dependiente de las lluvias. Un mes después, en agosto, el director ejecutivo del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, Olgo Fernández, recordó que la ausencia de lluvias mantenía la capacidad de los embalses muy por debajo de lo normal y calificó la situación de crisis. Asimismo, precisó que luego de la población, las prioridades estaban en la agricultura y la generación eléctrica.
En otras naciones caribeñas el panorama no fue diferente.
Haití perdió cerca del 50 por ciento de sus cosecha en varios territorios, mientras que la sequía en Barbados, Granada y otras islas fue la peor en los últimos cinco años. La falta de agua obligó a que en Puerto Rico se racionalizara el suministro, luego de que el 20 por ciento del país se declarara en sequía extrema y otra parte importante -45 por ciento- en severa En total, más de 1,5 millones de personas sufrieron la ausencia de lluvias en esa isla.
En Panamá, el Gobierno decretó estado de emergencia por 60 días y limitó el cruce de barcos de gran calado por el Canal. El agua ha sido y seguirá siendo el recurso más preciado para que todas las actividades agrícolas y pecuarias se realicen con éxito. Somos testigos de la larga sequía que ha sufrido el país este año, recordó el presidente del país, Juan Carlos Varela. En Honduras, como en otras naciones de la región, el Ejecutivo se vio obligado a autorizar la importación de miles de toneladas de arroz para cubrir el déficit en la producción de granos.
Estadísticas oficiales revelaron que la sequía ocasionó daños severos en 81 municipios del país, mientras que en otros 61 la situación fue moderada, a la vez que amenazó con generar hambruna en un 80 por ciento del territorio nacional, advirtió el secretario general de la Unión Nacional de Campesinos, Marcial Caballero. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia más de 850 mil hondureños se afectaron por este fenómeno, de los cuales 170 mil fueron niños. La Mesa Nacional de Gestión de Riesgos calculó que la falta de precipitaciones provocó una escasez de alimentos que afectó a alrededor de dos millones de personas en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
La producción de maíz en la región descendió un 60 por ciento, mientras que la del fríjol el bajón fue más fuerte, hasta 80 por ciento, reveló la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Sin embargo, las cifras globales no reflejan con claridad la magnitud del problema.
En Guatemala, por ejemplo, varias zonas del país perdieron la totalidad de las siembras de maíz y fríjol, mientras que en Nicaragua la mitad del área total cultivada sufrió daños y en los sitios más afectados se perdieron cosechas completas. En Costa Rica, el Instituto Meteorológico Nacional valoró a El Niño como el más intenso en los últimos 75 años, y recordó que la sequía alcanzó niveles históricos. San José, la capital, así como otras ciudades del país, estuvieron amenazadas por la falta de agua potable, y el déficit de lluvias alcanzó el 40 por ciento de su media histórica.
Las perdidas en el ganado también fueron millonarias, y se registró la muerte de miles de cabezas de res en la región. Para paliar la situación se recurrió a la importación de alimentos, sobre todo granos, para suplir las necesidades y evitar la especulación de precios.
Los costos económicos y sociales fueron enormes.
Miles de pequeños productores y familias pobres o de escasos recursos vieron como subían los precios, a la vez que la falta de producción en el campo propició el recorte de empleos y llevó a la quiebra a más de uno. Las perspectivas para el 2016 no son halagüeñas, dado que El Niño podría permanecer instalado al menos el primer trimestre del próximo año. Varias organizaciones regionales y expertos estiman que las pérdidas en algunos países podrían ser millonarias, y la crisis podría llegar hasta aquellos que mejor supieron evitarla en 2015.
Fuente: Prensa Latina